lunes, 13 de junio de 2016

No tomes la decisión de otro.

Se puede vivir sin vos
porque me levanté pensando que antes de crecer
la única que necesité fue a mi madre
y aunque hace frío el no saber quién eres,
me consume la duda de estas tantas primaveras
que te fuiste y te ausentaste.

Quizás soy yo o a lo mejor seas tú, 
pero este viento helado me está congelando.
Te dijera que entres, pero creo que tu y yo
sabemos bien como es ella al saber de vos,
y si te ve por estos rumbos,
te clava esos sentimientos de meses y años guardados.

¿Que por qué salgo?
Soy como el gato y tengo que saber lo que pasó.
No te preocupes no te odio, pero tampoco te amo
o peor extrañarte.
¿Qué te animó a venir?
¿Será esta baja temperatura de soledad?

A pesar de tanto tiempo, 
siento en tu mirada arrugada un tanto de dolor y otro de pesar.
No te culpo, pero qué pasó.
No, nunca me dijo nada de vos, 
y jamás supe de tus cartas.
¿Por qué lloras?

Si me amabas, por qué te fuiste...
Ni una visita o una llamada y así quieres qué te crea, señor.
No crees que es muy tarde 
y aunque este nudo en la garganta no me deje pronunciar,
si te reclamo por qué no volviste antes que viniera el invierno
ya que ahora estoy empapado de dolor.

¿Mamá qué haces acá?
¿Por qué hablas hasta ahora, mamá?
Simplemente me quitaste la opción de saber qué quería yo.
Nunca te amó, sí, lo sé,
pero eso no te daba mi albedrío
de sentir el amor de mi papá.
Alejandro Ayalá


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