viernes, 1 de julio de 2016

La despedida más dura

Hoy desperté con las ganas de besarte y de decirte cuánto te amo
y también con el deseo de robarnos esas carcajadas que solo tú y yo entendemos...
¡Qué maravilloso es!
verte despertar día a día y observarte a los ojos al empezar nuestras mañanas
y aunque quizás hay días como el café por nuestras faenas,
siempre esa cama arregla nuestras discrepancias.
¡Ay de mi sin ti!
Pero los años si que vuelan y jamás regresan,
y de esta manera me voy dando cuenta
que los surcos recorren ya nuestras veredas,
y por más que se cubran con las hojas secas,
siempre el soplo del invierno las volará para dejarlas al descubierto.
No he sentido tantos veranos y los inviernos parecen que de en gota en gota
nos han ido minando.
Y aunque ya no parecemos ni la sombra de lo que la juventud nos reflejaba,
aun estamos aquí juntos, inseparables como el Che Guevara de su tumba...
Hoy desperté con las ganas de besarte y decirte cuánto te amo,
pero ya no estás junto a mi...
simplemente revisé nuestra cama y no te vi.
Hoy te quise abrazar, pero el tiempo ya te había llegado
y ahora me has dejado abandonado...
no porque fuera tu decisión, sino la de nuestro Dios
que te quiso reposar...
Hoy tengo los deseos de acariciarte y verte a los ojos
para decirte cuánto te extraño, pero no te preocupes
porque pronto llegará mi turno para dejar de extrañarte.
Alejandro Ayalá

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