miércoles, 8 de junio de 2016

Albedrío floral

Solo hoy saldré un momento a pasear
y trataré de buscar uno de esos bellos jardines de tulipanes 
de esta esplendorosa primavera.
Aunque no voy con la intención de verlos a todos
ya que mi objetivo es encontrar aquel tan majo y tan puro 
como las aguas de Las Maldivas 
que siempre cautivan aun hasta el mismísimo manto estelar.
Al llegar observo tantos tulipanes que están cautivos y muy atractivos...
tan bellos por fuera, pero que al momento de hablar,
su naturaleza los delata como la fogata a la noche
y la luna a las estrellas,
y lo que pensé que sería la grandiosa eternidad,
solamente fue el soplo de una estrellas fugas.
Al seguir profundizando en las maravillas de este jardín,
descubrí que existían unos más potentemente hermosos
y cada vez con su hipnotismo,
parecen las cadenas de Prometeo encadenado,
empero aun les falta la esencia
que sólo una atulipanada posee,
y por la cual mi alma derrama tantos versos esperando a ser libertados...
Y por fin te encuentro al final del camino, dónde mis ojos brillan
como cuando una cría ve a su madre...
y para no asustarte, te sonrío
para probar esa libertad
que solo una podrá aceptar.
Y como tu anatomía es tan fuerte,
de esas que no vive bajo las reglas de los demás...
me contesta con un jolgorio de espontaneidad.
¡Ay albedrío de tus dulces pétalos finos y libertinos!
Por fin encontré el salvaje, aquel que tanto busqué...
Tu naturaleza es indómita y tan abstracta
como el alma que fluye por los manantiales de todo tu cuerpo.
¡Oh, bella flor!
Nunca mueras.
¡Qué no vez que eres la única de tu especie!
¡Ojalá fuese ese jardinero que te observa con afabilidad!
Para acariciar la piel de tus pétalos exquisitos
que cortarán los brazos de esta triste esclavitud.
Alejandro Ayalá


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